Un mini-retiro antes de Misa con el Buen Samaritano
A veces puede costar trabajo prepararse bien para la Misa. Las distracciones diarias, las preocupaciones y los miedos pueden servir de obstáculos para experimentar la sanación de Jesús, que está disponible en cada misa. Este mini-retiro es un ejercicio imaginativo diseñado con el fin de ayudarle a preparar su corazón para recibir a Jesús en el Santísimo Sacramento.
A veces puede costar trabajo prepararse bien para la Misa. Las distracciones diarias, las preocupaciones y los miedos pueden servir de obstáculos para experimentar la sanación de Jesús, que está disponible en cada misa. Este mini-retiro es un ejercicio imaginativo diseñado con el fin de ayudarle a preparar su corazón para recibir a Jesús en el Santísimo Sacramento.
En primer lugar, intente llegar a la iglesia con antelación para encontrar un tiempo de silencio adecuado para rezar, quizá 20-30 minutos antes. Una misa diaria, que suele ser un poco más tranquila, es una excelente opción para su mini-retiro.
Acomódese con algunas de sus oraciones favoritas, repitiéndolas lenta y pensativamente, especialmente el Padre Nuestro. Recuerde que está en presencia de Jesús y pida al Espíritu Santo que le guíe en su oración.
A continuación, pase a la parábola del buen samaritano de Lucas (10,30-34). Lea este pasaje despacio varias veces y preste atención a las palabras o frases que capten su imaginación.
“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo".
Mientras lee este pasaje, ¿puede imaginarse en el lugar del hombre que fue robado? ¿Hay alguna forma en la que pueda sentirse derrotado, robado o abandonado en su vida actual? Nombre esas circunstancias, compartiéndolas en su corazón con el Señor.
Ahora, ¿puede imaginarse al Señor encontrándole “medio muerto” y cuidando de usted? Intente imaginarse a Jesús acudiendo a usted en sus circunstancias actuales, deteniéndose para curar sus heridas y bendecirle. ¿Puede imaginárselo llevándole a un lugar seguro? ¿Qué aspecto tendría eso? Descanse en ese lugar seguro durante unos momentos.
El padre Gabriel de St. Mary Magdalen, OCD, ofrece una útil reflexión al respecto en su libro de meditaciones, Divine Intimacy [Intimidad divina]:
“Debemos ir a Misa para encontrarnos con él, el Buen Samaritano... Cuando venga a nosotros en la Sagrada Comunión, sanará nuestras heridas, no sólo las exteriores, sino también las interiores, derramando abundantemente en ellas el aceite dulce y el vino fortalecedor de su gracia” (#273).
Al acercarse hoy a Jesús en la Sagrada Comunión, pídale al Señor que le muestre su presencia como su protector y sanador, como alguien que nunca le abandonará, sino que se detendrá, atenderá sus heridas y luego le llevará a un lugar seguro. Después de la Comunión, permita que el Espíritu Santo hable a su corazón. Después, dé gracias a Dios.
Repetir ejercicios como este puede ser útil para permitir que el Señor hable a nuestros corazones. La palabra de Dios es viva y activa, nunca puede agotarse. Podemos confiar en que cuando venimos a orar con la palabra de Dios, él está hablando activamente a nuestros corazones y a nuestras situaciones personales.
Liz Kelly Stanchina es la líder comunitaria para la Formación de la Mujer en el instituto Word on Fire y autora de más de una docena de libros. Obtenga más información en LizK.org.